jueves, 1 de noviembre de 2007

Jalowin...¿qué?

Hace poco se celebró la conocida fiesta de Halloween. Pero en realidad esta fiesta no es de estos parajes. Ni nos imaginamos sus orígenes ni tampoco nos interesan a la hora de tener un motivo para celebrar.

Esa es la forma de pensar del chileno común y corriente: “Mientras haya fiesta, no importa porqué”. He aquí la mala costumbre de los llamados “paracaidistas”, y de fiestas casi todos los fines de semana en discoteques y casas bohemias. Cuando celebramos lo que importa no es qué estamos celebrando, sino que celebremos.

Y ese es el origen del Jalowin, como podríamos llamar a la versión chilensis de la fiesta celta cuyos orígenes narraré a continuación.

Se cree que las prácticas relacionadas con Halloween se originaron entre los antiguos druidas, que creían que esa noche Saman, el señor de la muerte, provocaba a las huestes de los espíritus malignos. Los druidas encendían grandes hogueras con el propósito de rechazarlos a todos. Los celtas creían que los espíritus de la muerte regresaban a sus moradas terrenales durante esa noche. Los romanos, tras conquistar Gran Bretaña, añadieron a Halloween elementos de la fiesta de la cosecha celebrada el 1 de noviembre en honor a Pomona, diosa de los frutos.

La tradición druida de encender hogueras en Halloween sobrevivió hasta épocas modernas en Escocia y Gales, y la presencia de fantasmas y brujas sigue siendo común en todas las celebraciones de Halloween. De la fiesta de la cosecha se origina la utilización de calabazas huecas esculpidas para representar rostros grotescos y que se iluminan colocando una vela en su interior.

Como vemos, la fiesta de Halloween original se ha tergiversado tanto en los países anglosajones como en América latina, que no tiene nada que ver con el ritual de Saman ni con la fiesta de la cosecha romana. Es más, si América latina ha heredado el legado español, ¿Por qué una cultura occidental cristiana cree que los espíritus malignos volverán a esta tierra?

Imitación. Esa es la clave de todo esto. Seguimos estereotipos que llegan de Estados Unidos, que sí tienen algo de legado celta a través de su herencia británica.

La gran pregunta es cómo el chileno no se da cuenta que esta fiesta llegó a Chile con un puro carácter comercial, y que es una estrategia más para vender en fechas no acostumbradas.

¿Por qué no celebramos el 12 de febrero por ejemplo? Muy poca gente sabe que aparte de ser la fecha de la fundación de Santiago es la de la Firma del Acta de Independencia de nuestra República. Esa sí sería una fiesta que ensalza nuestra patria, y no tendría influencias ni estereotipos de fin comercial. Busquemos reales motivos de celebración, que nos identifiquen y que celebren algo NUESTRO.

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